La edad dorada

2003. Adriana Hidalgo
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El ungido Vertical y orlado en rojo el carpintero real. Eu xaristos, mundo de aparición ¿Los años al ojo afinan, o es el alma volviéndose más fina como el paladar al vino, eucaristía? ¿Nimiedad? No la hay, todo es cuerpo divino y la hermana muerte el auriga en la rueda que gira, malabar de gracia, xaristos transforma y da lugar a esa sucesión atroz y preciosa que es cerrada y es abierta, vacío, cáliz de la forma y líquido informe, dulce torbellino fijo en el instante ungido por el ojo ¿o el espíritu? Gota regia –xaristón en la tormenta. Vida decidida y audaz, cruz y grial siendo siempre volviendo a ser como ese carpintero real, vertical y orlado en rojo, espléndido nimio, único, llevando el eco de lo múltiple donde voy también --------------------------------------------------------------------------------------- Brillo negro Cuando el pampero lanza su látigo de viento y el ojo azul del cielo ya no es ventana abierta donde titilan lejos pero cerca, ancestros las estrellas, difícil recordar la otra cara radiante de belleza Se cierran los postigos Hierve el caldo y se enciende el fuego. Como ley de las formas el alma busca en casa consuelo No hay nada, sin el mágico espacio que sostiene: ilusión de un mundo con una sola cara Dulzura en equilibrio, Quetzalcóatl, sagrado corazón que desciende a la mansión de muerte sabiendo es la mañana Manitos de amarillo, pezuñas en el rojo, lo terso, lo distinto indistinto en la pátina plomiza, lo sin borde, sin cauce alterado por el viento. Poder que ahora desintegra y reintegra en otra forma. Tezcatlipoca: tu brillo negro, humo de una memoria que no es la del sujeto Tras el velado cielo, asísteme, lucero de la mañana, aurora de la fe que alza círculos para ser, algo en la ola de luz y sombra. Pluma de quetzal, recuérdame: la morada del oeste es la puerta que conduce hacia el este eterno

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