Variaciones de la luz

2007. Colección Visor de Poesia
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Viejos niños maestros A las dos de la mañana baja la marea y salgo a despejar el barro del camino a casa con la pequeña escoba gastada bajo nubes espesas y hay ese silencio que sobreviene siempre después de la amenaza de un día inquieto por el sudeste y las aguas que hacen agachar la cabeza y más tarde el alivio alegre a la luz del otro día en la conversa parca de vecinos que dice mire qué alta ha sido ésta y cuanto barro nos ha dejado y muy contentos con el peligro ido ya protestamos así escoba y pala al hombro pero la sonrisa amplia del que respira tranquilo como yo a las dos de la mañana hablando con las plantas desmayadas dulcemente ya pasó les digo acomodándolas y madre al fin prometo lavarlas para que el sol no las hiera siendo así por un momento niña y vieja igualita a estos dos que me acompañan en la senda de las islas ni que fueran China misma revelada los maestros Chuang y Lao embarrándose las patas mientras juegan meta risa salpicados por el agua de un color café dorado cuando las nubes se apartan y un rayo de luna ilumina todo haciendo que ladre como un perro --------------------------------------------------------------------------------------- La luz infinita ¡Mirá Elda! exclamó mi padre abriendo el hueco de sus manos donde yacía un milagro de plumas verdiazules quieto y reverberando bajo el sol del verano, mi madre lo tomó como a un pequeño hijo delicado y mojando sus dedos dejó caer unas gotitas de agua sobre el pico mientras le acariciaba dulcemente la cabeza y le decía despertate al colibrí parado ahí en sus dos patas alzando el vuelo ante los ojos de María y José, que iluminados, no pensaron en la resurrección y me contaron una y otra vez que el agua lo salvó de su desmayo --------------------------------------------------------------------------------------- Un revuelo naranja al poniente en lucha libre con el violeta donde se hace de repente un claro verde como aquel rayo purísimo perseguido en la juventud y al fondo el coro de gallineras y un silencio al frente que corta el tajo de la luna con más silencio y plata y noche hasta que solo quedan las luces de tu casa a veces como mágicas naranjas dulces y en la soledad amargas.

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